Todo imperio necesita un medio de comunicación rápido y fiable, una facción rebelde, una región disconforme o un invasor necesitan una respuesta ágil y veloz, y para responder hay que conocer. El imperio azteca o mexica no disponía del caballo, lo importaron por primera vez los españoles que llegaron a América, con lo que la sangre humana sería el motor de comunicación de la América prehispánica.
Una sociedad tan marcada por la religiosidad como la azteca no dejaría escapar la oportunidad de sacralizar también a los mensajeros, que estaban consagrados al dios Paynal -que algunos traducen como «corredor»-, de ahí que el nombre genérico de los mensajeros sea el de painani, aunque esta era la denominación también de uno de los subtipos. Painani viene a significar «correr rápido», «corredor que corre», «correr ligero» o «corredor liviano».
Los tres subtipos de corredores se dividen en, primero, los painani, que transmitían la información, con protocolo ceremonial y religioso, pregonando, ricamente vestidos, y para uso digno y protocolario, y dada la importancia y categoría del asunto, era asumido por hijos de familias nobles. El segundo subtipo eran los corredores mensajeros yciucatitlantli, que eran los correos exprés, donde el tiempo era vital, corredores rápidos, ligeros de carga y sabedores de la importancia de algunas de las misiones. Finalmente están los tequihuatitlantli, con cierto grado dentro de la jerarquía militar, informaban del desarrollo de una batalla.
Aunque los painanis tenían un componente religioso, los tres subtipos eran militares y usaban instalaciones militares para desarrollar su trabajo. Donde había el equivalente a los cuarteles militares, allí vivían para servir a la mayor brevedad posible, y si no existían pequeñas edificaciones denominadas techialoyan que servían como torres de vigilancia, control de movimientos del enemigo, pero también como puesto avanzado, de relevo y de avituallamiento de los corredores más veloces. Porque un sistema de correos dentro de un imperio que quiere ser veloz precisa de relevos y para eso se requiere una infraestructura en condiciones para efectuarlos.
Los mensajeros se educaban en el telpochcalli, lugares que hacían la vez de colegios, seminario y cuartel -pues era también donde se cumplía el servicio militar-, una formación completa a partir de los 15 años pues el imperio valoraba la formación de su pueblo en grado sumo. La vida en los telpochcalli no era sencilla en parte porque una de las técnicas de endurecimiento y aprendizaje se basaba en el autosacrificio, se les daba a los chicos arduas tareas al límite de su resistencia física, se les enseñaba el arte de la guerra, se les castigaba con frecuencia, se memorizaban largos textos de épocas pasadas y se enseñaban cánticos religiosos, todo para formar a los futuros adultos en los mejores guerreros y ciudadanos que el imperio pudiera tener. Los que destacaban como corredores podían pasar a un grupo especial de entrenamiento, que posiblemente incluyese subidas a templos escalonados, carreras de velocidad, entrenamiento de fuerza y saltos. Debían conocer sendas y veredas -en el imperio no había demasiados caminos anchos dado que no se utilizaba ganado de tiro ni se empleaban carros o carretas-, saber moverse con velocidad por ellos, conocer técnicas de vadeo de ríos, aprender los atajos, moverse por la noche y desempeñar la carrera en condiciones atmosféricas variables. Algunos de ellos serían destinados a misiones de mensajería, estarían apostados en techialoyanes, y a pesar de la inmunidad de la que gozaban por ser mensajeros, sabían defenderse.
Los corredores mensajeros se comunicaban, especialmente, de palabra, y en ocasiones por escritura pictográfica, pues había dibujantes que podían transmitir más cantidad de información con un dibujo y seguía siendo algo ligero de transportar para no retrasar el correo, especialmente en tiempos de guerra, los yciucatitlanti, que eran los mensajeros más veloces. Portaban un vara que les distinguía como mensajeros reales y quizá pudiera servir como apoyo en los terrenos más técnicos y escarpados. Se citan como distancias entre los techialoyan, postas, de unos 8 kilómetros -alguna fuente habla de 5, otras hasta de 11- y hay informaciones de que se llegaban a recorrer 600 km en 24 horas: un rápido cálculo arroja la cifra de una media de velocidad de 25 km/h, algo total y absolutamente imposible bajo ninguna condición. Otras fuentes hablan de 420 km al día, siendo la media de 17,6 km/h, difícil pero más cerca de la realidad para un cuerpo de corredore rápidos, entrenados y profesionales. En mensajes importantes se duplicaba el correo para confirmar la veracidad del mensaje, corriendo, por supuesto, separados para que al llegar a destino no tuvieran comunicación entre ellos: el primero quedaba retenido y aislado hasta la llegada del segundo, y si éste ratificaba lo dicho por aquel, era puesto en libertad.
Su calzado -si lo llevaban- posiblemente serían unas sencillas sandalias, posiblemente no muy diferentes de las huarache de los rarámuri actuales pero sin la suela de neumático, obviamente. Llevarían una sencilla camisa fina no más allá de la rodilla para facilitar el gesto de correr y alguna capa gruesa en las raras jornadas en las que pudiera hacer frío, pues recuerdo que buena parte de las rutas son por encima de los 2000 m (Tenochtitlán está a unos 2250 m de altitud).
En tiempos de paz eran usados para lujo y disfrute del poder, pues les enviaban exotismos como nieve y hielo de volcanes cercanos (como el Popocatépetl) o pescado fresco llevado desde la costa. En ambos casos posiblemente fueran en un recipiente de barro para mantener la temperatura lo más baja posible y en el caso del pescado podría ir salado para conservarse mejor.
Sin duda, el mensaje más importante que nunca transportaron los painani es de la llegada de unos barcos como nunca se habían visto y dirigidos por blancos barbudos, a la actual Veracruz, el 21 de abril de 1519.
Una sociedad tan marcada por la religiosidad como la azteca no dejaría escapar la oportunidad de sacralizar también a los mensajeros, que estaban consagrados al dios Paynal -que algunos traducen como «corredor»-, de ahí que el nombre genérico de los mensajeros sea el de painani, aunque esta era la denominación también de uno de los subtipos. Painani viene a significar «correr rápido», «corredor que corre», «correr ligero» o «corredor liviano».
Los tres subtipos de corredores se dividen en, primero, los painani, que transmitían la información, con protocolo ceremonial y religioso, pregonando, ricamente vestidos, y para uso digno y protocolario, y dada la importancia y categoría del asunto, era asumido por hijos de familias nobles. El segundo subtipo eran los corredores mensajeros yciucatitlantli, que eran los correos exprés, donde el tiempo era vital, corredores rápidos, ligeros de carga y sabedores de la importancia de algunas de las misiones. Finalmente están los tequihuatitlantli, con cierto grado dentro de la jerarquía militar, informaban del desarrollo de una batalla.
Dios Paynal [Painani.org] |
Aunque los painanis tenían un componente religioso, los tres subtipos eran militares y usaban instalaciones militares para desarrollar su trabajo. Donde había el equivalente a los cuarteles militares, allí vivían para servir a la mayor brevedad posible, y si no existían pequeñas edificaciones denominadas techialoyan que servían como torres de vigilancia, control de movimientos del enemigo, pero también como puesto avanzado, de relevo y de avituallamiento de los corredores más veloces. Porque un sistema de correos dentro de un imperio que quiere ser veloz precisa de relevos y para eso se requiere una infraestructura en condiciones para efectuarlos.
Los mensajeros se educaban en el telpochcalli, lugares que hacían la vez de colegios, seminario y cuartel -pues era también donde se cumplía el servicio militar-, una formación completa a partir de los 15 años pues el imperio valoraba la formación de su pueblo en grado sumo. La vida en los telpochcalli no era sencilla en parte porque una de las técnicas de endurecimiento y aprendizaje se basaba en el autosacrificio, se les daba a los chicos arduas tareas al límite de su resistencia física, se les enseñaba el arte de la guerra, se les castigaba con frecuencia, se memorizaban largos textos de épocas pasadas y se enseñaban cánticos religiosos, todo para formar a los futuros adultos en los mejores guerreros y ciudadanos que el imperio pudiera tener. Los que destacaban como corredores podían pasar a un grupo especial de entrenamiento, que posiblemente incluyese subidas a templos escalonados, carreras de velocidad, entrenamiento de fuerza y saltos. Debían conocer sendas y veredas -en el imperio no había demasiados caminos anchos dado que no se utilizaba ganado de tiro ni se empleaban carros o carretas-, saber moverse con velocidad por ellos, conocer técnicas de vadeo de ríos, aprender los atajos, moverse por la noche y desempeñar la carrera en condiciones atmosféricas variables. Algunos de ellos serían destinados a misiones de mensajería, estarían apostados en techialoyanes, y a pesar de la inmunidad de la que gozaban por ser mensajeros, sabían defenderse.
Painani [México es cultura] |
Su calzado -si lo llevaban- posiblemente serían unas sencillas sandalias, posiblemente no muy diferentes de las huarache de los rarámuri actuales pero sin la suela de neumático, obviamente. Llevarían una sencilla camisa fina no más allá de la rodilla para facilitar el gesto de correr y alguna capa gruesa en las raras jornadas en las que pudiera hacer frío, pues recuerdo que buena parte de las rutas son por encima de los 2000 m (Tenochtitlán está a unos 2250 m de altitud).
En tiempos de paz eran usados para lujo y disfrute del poder, pues les enviaban exotismos como nieve y hielo de volcanes cercanos (como el Popocatépetl) o pescado fresco llevado desde la costa. En ambos casos posiblemente fueran en un recipiente de barro para mantener la temperatura lo más baja posible y en el caso del pescado podría ir salado para conservarse mejor.
Sin duda, el mensaje más importante que nunca transportaron los painani es de la llegada de unos barcos como nunca se habían visto y dirigidos por blancos barbudos, a la actual Veracruz, el 21 de abril de 1519.
«El correo en la época prehispánica» [Correos de México]│«Historia del correo en México» [Aficionados a Coleccionar]│Telpochcalli [Wikipedia]│«The art of Aztec running» [Mexicolore]│«Los painanis» [Espacio de andante]