16 de septiembre de 2016

Hemeródromos, los corredores-mensajeros de la Grecia clásica

Los hemeródromos eran los corredores que hacían la función de mensajería dentro de las polis griegas. El término hemeródromo (en griego, ἡμεροδρόμος) parece que tiene varias posibles traducciones según el autor, que van desde «corredor de día», «heraldo» o «mensajero» a «corredor mensajero profesional», pero todas definen la misma actividad: el transporte urgente de mensajes vía corredores.

Fidípides [Pablo Pavezka]

A nuestros días ha pasado la figura, casi mitológica de Fidípides, como aquel corredor que anunció la victoria ateniense en el campo de batalla de Maratón con el escueto νικῶμεν, «vencimos», para fallecer del esfuerzo. La realidad se ajusta muy poco a la leyenda, pero será tratado con más detalle en otro momento.

Había fundamentalmente dos formas para enviar mensajes de gran importancia:

· los hemeródromos (ήμερoδρόμοι) también llamados correos o heraldos (δρομοκήρνκες), entrenados para ello, posiblemente si no todos sí muchos fueran profesionales, mensajeros de los mensajes de las polis, siempre a pie, rápidos y resistentes, escogidos entre los mejores;
· cualquier otro ciudadano o soldado que pudiera ser habilitado para ello, generalmente en situaciones de crisis o urgencia, informalmente.

Estaba prohibido que fueran a caballo y la razón argüida es porque una persona sobre un caballo es mucho más visible en la distancia. Además puede tener otras limitaciones: un caballo debe transitar fundamentalmente sobre caminos o sendas hechas, una persona no; o que en largas distancias un corredor es más resistente si no hay relevos o postas. Y no había postas por la sencilla razón de que no podemos entender Grecia como un país, sino como múltiples pequeños Estados, rivales y enemigos en ocasiones, pero de tamaño pequeño, poco más que las regiones, provincias, comunidades autónomas, departamentos o länder de la Europa actual: si un país tiene el tamaño de una región europea tipo, si el radio medio para enviar un mensaje dentro de la polis pueden ser 50-100 km, perfectamente lo puede hacer un mensajero a caballo con algo de ventaja respecto al corredor, pero si el mensaje se envía a otra poleis -otra región, otro Estado- donde no hay caballos de refresco apostados, un corredor solo es la forma más viable, rápida y segura de enviar mensajes.

Tradicionalmente a lo largo de la historia, los mensajeros siempre han sido tratados con respeto porque eran portadores de noticias, pero en la Grecia clásica casi tenían la categoría de "sagrados", para aliados y enemigos, estaban protegidos por los dioses, y cualquier afrenta, lesión o ejecución de los mismos era prácticamente considerada una declaración de guerra formal. Por esta razón y dado que eran respetados por donde iban, tampoco podían portar armas de ningún tipo.

Como se ha dicho, eran profesionales, lo más probable es que fuese un pequeño cuerpo de mensajeros que entrenasen con regularidad para, cuando hubiese necesidad, enviar los mensajes con el cuerpo habituado a las distancias. Podían cubrir con facilidad distancias de unos 200 kilómetros en 24 horas, lo que da idea de que eran corredores -andando es imposible cubrir esas distancias en ese plazo de tiempo-, de una buena calidad y que iban muy ligeros.

Aunque la información respecto de estos corredores es muy escueta, es fácil imaginar que llevasen algún pellejo para el agua, una pequeña provisión de alimento y alguna prenda o manta para el frío dependiendo de la época del año. Se avituallarían de agua y alimento por el camino, en pueblos, ciudades, de ríos, posiblemente la población tuviese la obligación de darles comida si se lo requiriesen, pero es altamente probable que fuesen muy ligeros, apenas con la túnica tradicional griega, unas sandalias, agua y una pequeña ración para ir comiendo sobre la marcha.

Existe una última función de los corredores ya que en ocasiones especiales, como anunciar la victoria de una batalla, corrían con toda la panoplia (armadura, armas, escudo...). Aparte del mensaje en sí en este caso está el simbolismo de anunciarlo corriendo, a pie, y con la pesada armadura (se estima entre 20 y 30 kp de peso), sinónimo de que aún se conserva, de que se es el victorioso, de que se está de pie tras la batalla. Más tarde y a otro ritmo, de una manera ceremonial, entraría el ejército vencedor aclamado por su pueblo y familia, porque se recuerda que, excepto en el caso espartiata, los ejércitos eran formados por la propia población, entrenada y formada, pero no por un ejército profesional al uso.

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