7 de septiembre de 2015

Los corredores mensajeros iroqueses

«1. I am Dekanawidah and with the Five Nations' Confederate Lords I plant the Tree of Great Peace. I plant it in your territory, Adodarhoh, and the Onondaga Nation, in the territory of you who are Firekeepers.» 

«1. Soy Dekanawidah y con los jefes de la Confederación de las Cinco Naciones planto el Árbol de la Gran Paz. Lo planto en tu territorio, Adodarhoh, en la nación onondaga, en la tierra de los que mantienen el fuego.»

Extracto del primer artículo de la Constitución Iroquesa (hacia 1500)

Así comienza la Constitución de las Cinco Naciones Iroquesas (Gayanashagowa), un documento extraodinariamente adelantado a su época, y de hecho su organización política sirvió de inspiración tanto para la Constitución de los Estados Unidos de Norteamérica como de países europeos supuestamente muchos más avanzados que los indios iroqueses. Por ejemplo, el sistema bicameral adoptado por los ingleses tiene procedencia iroquesa.

En dicha Constitución, de la que no se tiene referencia exacta en cuanto a fecha se hace mención en dos ocasiones a los corredores mensajeros. Es en los artículos 35 y 43, lo que da idea de la importancia que los corredores mensajeros tenían en el entramado político de las Cinco Naciones. En concreto el 35 los menciona como portadores de las noticias del fallecimiento del jefe de un clan o asentamiento, son ellos los encargados de difundir las malas noticias y cada asentamiento debía tener sus propios mensajeros para extenderlas a asentamientos próximos. En el artículo 43 la misión de los mensajeros era la de anunciar ataques, con un grito distintivo para realizar el aviso a distancia.

«35. When a Confederate Lord dies, the surviving relatives shall immediately dispatch a messenger, a member of another clan, to the Lords in another locality. When the runner comes within hailing distance of the locality he shall utter a sad wail, thus: "Kwa-ah, Kwa-ah, Kwa-ah!" The sound shall be repeated three times and then again and again at intervals as many times as the distance may require. When the runner arrives at the settlement the people shall assemble and one must ask him the nature of his sad message. He shall then say, "Let us consider." Then he shall tell them of the death of the Lord. He shall deliver to them a string of shells (wampum) and say "Here is the testimony, you have heard the message." He may then return home. 

It now becomes the duty of the Lords of the locality to send runners to other localities and each locality shall send other messengers until all Lords are notified. Runners shall travel day and night.»

«35. Cuando un jefe de la Confederación fallece, sus parientes debe inmediatamente enviar un mensajero, miembro de otro clan, a los jefes de otra tribu. Cuando el corredor se acerca al asentamiento, desde la distancia, debe proferir un triste lamento seguido de "¡Kwa-ah, Kwa-ah, Kwa-ah!". Dicho sonido debe repetirse tres veces y repetirse una y otra vez, todas las veces que sea necesario independientemente de la distancia. Cuando el corredor llega al asentamiento la gente se reunirá alrededor de él y preguntará por las malas noticias. Dirá: "Consideremos". Entonces debe anunciarle el fallecimiento del jefe. Entonces hará entrega del wampum, un entramado de conchas diciendo "Aquí tienes el testimonio, has recibido el mensaje". El mensajero puede volver a su casa.

Es ahora tarea de los jefes tribales enviar corredores a otros asentamientos, y cada asentamiento debe enviar a sus propios mensajeros hasta que todos los jefes queden avisados. Los corredores deben correr día y noche»

Artículo 35 de la Constitución Iroquesa (hacia 1500). Artículo 33 según otras fuentes.

«43. If a message borne by a runner is the warning of an invasion he shall whoop, "Kwa-ah, Kwa-ah!" twice and repeat at short intervals; then again at a longer interval. 

If a human being is found dead, the finder shall not touch the body but return home immediately shouting at short intervals, "Koo-weh!"»

«43. Si un mensaje portado por un corredor trata de un aviso de invasión, debe gritar "¡Kwa-ah, Kwa-ah!" dos veces, repitiéndolo en breves intervalos; después con intervalos más prolongados.

Si un hombre es encontrado muerto, quien lo haya encontrado debe dejarlo, sin tocarlo, y tiene que retornar inmediatamente gritando a cortos intervalos "Koo-weh!"»

Artículo 43 de la Constitución Iroquesa (hacia 1500). Artículo 41 según otras fuentes.

Las referencia de los corredores iroqueses son escasísimas y hay que profundizar bastante en la historia de este pueblo y en la de los corredores para encontrar ciertos detalles. Por ejemplo, y de manera sucinta aparecen también referencias en la mitología iroquesa, como aquel espíritu, el Gan-da-yah, encargado de proteger el fruto y el grano, que giran las hojas para guiar a los corredores.

Los wampum, los cinturones que eran el "papiro" de los iroqueses, podían contener mensajes encriptados, pero eran más simbólicos, como un regalo, una invitación, un mensaje que pasaba de mano en mano, de mensajero a mensajero o de mensajero a jefe tribal. Los corredores mensajeros hacían la vez también de embajadores de sus jefes, portando estos cinturones simbólicos y entregándolos a tribus del sur y del oeste con los que se querían entablar relación comercial o tener una relación pacífica. Querían que todas las tribus se sentasen bajo el Árbol de la Paz, incluso lo intentaron con los colonos franceses e ingleses tal era su espíritu pacífico.

Otras fuentes hablan de relación con otras tribus a grandes distancias, como el centro y sur del actual Estados Unidos, habiendo cierta constancia según alguna otra fuente que indica que los mensajeros iroqueses llegaron hasta el actual Méjico, donde hicieron entrega de estos cinturones de paz, y de donde llevaron de vuelta semillas y plantas tropicales.

Aunque ya la Constitución Iroquesa deja medianamente claro que algunos mensajes se transportaban por relevos, las importantes distancias entre las diferentes tribus hacen pensar que las distancias que cubrían estos mensajeros no eran precisamente cortas. Según alguna referencia, podían recorrer entre noventa y cien millas al día por los senderos que unían los asentamientos, y además siempre debían portar un hueso de algún otro corredor ya fallecido a modo de amuleto, y es que en general todos los antiguos pobladores indios tenían una cosmología muy particular.

En otra referencia se dice que los corredores mensajeros iroqueses podían recorrer las 240 millas (380 kilómetros) del Iroquois Trail en apenas tres días, lo que da una idea de lo fuertes que eran estos corredores, porque estamos hablando de 126 km en cada una de las tres jornadas, distancias al alcance de muy poca gente.

La historia de los corredores iroqueses se sustenta en datos un tanto aislados, que completan una bonita e interesante historia especialmente para nosotros, corredores, y que tuvieron su importancia en la época que les tocó vivir. Como siempre ocurre, cuando la tecnología -sean caballos, trenes o líneas telegráficas- superan lo establecido, caen en desuso y los corredores iroqueses como mensajeros, cayeron en el olvido de la historia. Sin embargo, son pueblos que posteriormente dieron grandes atletas, con participaciones en las mayores maratones del mundo e incluso Juegos Olímpicos con notable éxito.

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