18 de agosto de 2023

Los años de "paz" y la reconquista española de Nuevo México

Expulsados los invasores, los indios vivieron un tiempo en paz. O supuesta paz. El propio Popé, celebrando la victoria india y empezando a emborracharse de poder, tomó el Palacio de los Gobernadores como suyo y fijó en él su residencia y centro de mando.

Mientras, en Nueva España, Otermín reunió un pequeño ejército y a finales de 1681 marchó al norte a tratar de recuperar lo que había perdido. Tierras, poder y honor. La mayoría de los pueblos por los que pasó los encontró desiertos pero cuando encontró el primero habitado éstos mandaron rápidamente a corredores dirección norte para reunir fuerzas y volver a expulsar a los españoles. Antes de que acabase 1681 Otermín y sus hombres estaban de vuelta dirección sur sin haber conseguido su objetivo. Y ahora sí, comenzó el periodo de tiempo en el que los indios vivieron sin invasores, al menos españoles.

Se sabe bastante poco de estos años en los que los españoles no narraron con sus relatos, informes y cartas lo que acontecía en Nuevo México y la amnesia colectiva es importante entre el pueblo indio. Amnesia por lo traumáticos de estos tiempos pero también por no tener tradición escrita y porque la oral se comparte con no indios con mucha dificultad por un celo que en ocasiones cuesta comprender y que llega hasta nuestros días. Incluso antropólogos indios, de sus mismas etnias se las ven y desean para extraer pequeños fragmentos de información que poco a poco han ido creando un imagen general de cómo fue este tiempo. 

Popé, el líder de la revuelta, quiso "purificar" el territorio de todo lo que fuera español. No sólo quemando iglesias y figuras, prohibiendo usar nombres españoles o haciendo divorciarse parejas casadas bajo el rito cristiano. Llegó a prohibir el uso de cualquier palabra castellana; o a quemar las plantaciones de productos importados por ellos, que incluían trigo, árboles frutales, melones o chile y plantar en ellos sólo semillas autóctonas, maíz y judías; se liberaron los animales que habían traído los españoles (caballos, vacas o cerdos); se prohibió el uso del castellano e incluso de palabras que ya se habían incorporado al lenguaje indios porque no tenían traducción; y otras medidas simbólicas como lavar a los bautizados con raíces de yuca para "desbautizarlos" del catolicismo. Además, como el déspota en el que se había convertido, Popé empezó a exigir sus súbditos el pago de tributos en forma de grano, mujeres y ganado. Para 1682 Popé ya había sido depuesto por su extremo fanatismo.

Restos de la iglesia de Pecos en la actualidad con alusión a la Revuelta de los Pueblo y la cuerda anudada que portaron los corredores mensajeros


La purga de todo lo español que, en definitiva, llevaba décadas ya integrado en la sociedad india fue extrema incluso para los propios indios pueblo que detestaban a los españoles y muchos ignoraron sus mandatos a riesgo de ser castigados o incluso ejecutados por el fanatismo que sólo había cambiado de acera. Algunos siguieron montando caballos, plantando frutas o continuaron teniendo cerdos por los lógicos beneficios que éstos aportaban. 

Mucho peor, las guerras intestinas entre los pueblo, o entre pueblos y otras tribus comenzaban a ser más y más frecuentes con lo que se vivía realmente una época de "paz" en el sentido de que no había invasores foráneos pero de guerra civil por las muchas libradas entre los habitantes originarios.

Se sabe también que sin el poderío y la tecnología militar española los pueblo quedaron a merced de enemigos que consideraban mucho más distantes en términos étnicos que tewa o jémez y éstos aprovecharon esa habilidad lanzando periódicos ataques para el robo, asesinato o secuestro. Las peores incursiones eran principalmente ejecutadas por los apaches que ahora veían expedito el camino para cometer sus tropelías. Los indios pueblo, generalmente más pacíficos, con menos habilidades guerreras y no bien organizados sufrieron los ataques y la devastación que estos ataques relámpago provocaban en sus campos, ganado y familias.

A no mucha distancia (usando la escala estadounidense) un tal René-Robert Cavelier en 1682 completó el primer descenso del Mississippi, en 1684 lo remontó, reclutó 15 000 indios locales y se dirigió hacia el oeste para ocupar las tierras que habían dejado "sin dueño" los españoles. Su pobre orientación tornó la expedición en un caos, sus hombres acabaron asesinándolo y restos de esa expedición llegarían hasta lo que hoy es Montreal. Esta aventura francesa encendió las luces de alarma en España de que las potencias extranjeras empezaban a acercarse a sus dominios por lo que decidió retomar Nuevo México para evitar la invasión por el este que luego se podría tornar sur si los franceses decidían atacar Nueva España, México, joya de la corona española al otro lado del Atlántico.

Mientras tanto, en Nueva España, se celebró el juicio de residencia a Otermín. Los juicios de residencia servían para controlar o auditar la labor de la persona enjuiciada, en este caso el gobernador de Nuevo México. Con la información disponible y con la que pudieran aportar nuevos testigos o informes se valoraba si la función del enjuiciado era motivo de algún tipo de castigo. Tras 30 días se creó un informe que fue expedido al virrey con copia de todas las declaraciones en el que se absolvió a Otermín de todas las acusaciones.

La segunda expedición de "reconquista" tuvo lugar en 1689 a cargo de Domingo Jironza Pétriz de Cruzate y estaba apoyada por un pequeño ejército de 80 hombres. 50 de ellos resultaron heridos en una cruenta batalla contra los zia en la que perecieron 600 de estos indios. Pero supuso la vuelta a Nueva España de los castellanos dado que no tenían recursos para seguir hacia el norte.

Mientras tanto entre los indios pueblo y vecinos seguían sucediéndose con frecuencia guerras, zuñi, hopi, zia, pueblo, ute, keresan combatían entre ellos y sólo hizo que debilitarles más y más. Acompáñese con una sequía que la leyenda dice que dejó hasta al río Grande sin agua y se reúne el perfecto cultivo para un desastre. Desastre para ellos porque finalmente España empezó a reorganizar de verdad sus fuerzas para recuperar Nuevo México. Su autor sería Diego de Vargas, de nombre completo Diego de Vargas Zapata y Luján Ponce de León y Contreras.

Reproducción de la pintura de Diego de Vargas de autor desconocido que cuelga en la colección del Palacio de los Gobernadores. El retrato original se encuentra en la Capilla de la Cuadra de San Isidro en Madrid [Wikimedia]

El 10 de agosto de 1692 Diego de Vargas anunció la expedición de reconquista y a pesar de que su ejército lo componían apenas 60 hombres armados y un centenar de indios aliados se plantaron en Santa Fe, capital de la Nuevo México española, sin disparar sus arcabuces, sitió la ciudad con relativa facilidad y consiguió que los indios se sometieran sin derramar una gota de sangre. Nuevo México volvía a ser española con su capital Santa Fe el 13 de septiembre de 1692.

Semejante reconquista se explica, primero, por la debilidad de los indios pueblo, acosados por las razias externas y desgastados por batallas intestinas pero también por la considerable mano izquierda de Vargas. Diego de Vargas reconoció rápidamente que los ataques de los navajos y apaches eran causa de sufrimiento y pobreza para los pueblo y los frenó con los potentes militares españoles lo que congració al resto de indios. También fue hábil en haber aprendido de los errores de sus predecesores que se habían excedido en el trato a los locales con lo que fue más permisivo con las creencias y rituales —lo que viene a ser un sincretismo, una mezcla entre religión cristiana y creencias locales que los monjes supieron entender y mirar a otro lado por el bien de todos— pero también en respetar a las mujeres o emplearlos en el trabajo en condiciones dignas y no en condiciones de semi o completa esclavitud. Incluso aunque hubo numerosos levantamientos seguía perdonando a los capturados creando un clima de confianza entre los indios que fue calando entre las diferentes tribus. Un año después de la reconquista militar los nuevos colonos llegaron en un caravana de 1000 almas arribando doce años después a la capital Santa Fe.

A finales de año un complot fue sofocado, esta vez sí, con gran derramamiento de sangre dada la superioridad española y nunca más los indios les vencieron una batalla. Varios levantamientos más fueron también sofocados rápidamente y aunque llevó cuatro años la completa reconquista fue efectiva en diciembre de 1696, ésta ya era un hecho. Hasta 1821 Nuevo México fue España de nuevo. Y todo ello con la colaboración de los pueblo que fueron fieles aliados y muy buenos soldados siendo especialmente útiles para repeler a los apache.

Y tras los españoles, que nadie lo dude, vinieron tiempos mucho más oscuros que llegan hasta nuestros días y nunca más tuvieron control absoluto sobre sus tierras. En 1848 pasó a manos estadounidenses en un vergonzante acuerdo con México. Actualmente, poseen o mejor dicho controlan en ocasiones amplios territorios, se someten a leyes federales pero tienen las suyas propias, nadie fuera de sus pobladores originales puede acceder sin permiso pero languidecen en su mayoría en terrenos no siempre fértiles y encerrados en las propias "cárceles" que otros les erigieron. Financiados parcialmente por los casinos sobre los que tienen que pagar poco o ningún impuesto como una financiación indirecta, las poblaciones indias son islas de una historia que no volverá dentro de un gran país que nunca se preocupó por sus pobladores originales.

De hecho, los indios que se puede considerar que mejor viven en la actualidad, tienen más y mejores tierras, tienen menos problemas sociales y están mejor integrados son los que compartieron territorio con los españoles. Y no es casual. Gobiernos como el de Vargas fueron claves para un trato más justo, leyes como las españolas o tribunales que castigaban los excesos de los gobernantes mejoraron las relaciones y sistemas de gobierno y legislativos muy avanzados para su época sentaron unas bases para que las sociedades resultantes quedaran en una mejor situación. No quiere decir que no se cometieran excesos, que no se fuera cruel, que no se esclavizara o que España, como ninguna otra nación, tenga el más mínimo derecho de invadir y colonizar unas tierras que no le pertenecen. Pero, como siempre, hay formas y formas de hacerlo y la historia y la realidad presente hablan por sí solas.

Quizá sea casualidad, quizá no, pero los colores de la bandera de Nuevo México conservan los de la española combinados con un símbolo indio. Bandera sincrética.



«The Pueblo Revolt: The Secret Rebellion that Drove the Spaniards Out of the Southwest»
 
(David Roberts) │ «La rebelión del odio. La insurrección de los indios Pueblos en 1680» (José Enrique López Jiménez) │ «Through Indian Eyes. The Untold Story of Native American Peoples» (The Editors of Rider's Digest)



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